Durante estos meses de confinamiento en los que todos hemos estado recluidos en casa y el mundo se ha paralizado, hemos comprobado como la naturaleza ha aprovechado este respiro para demostrarnos como la invadimos, destruimos y modificamos.
Son muchas las noticias sobre la disminución de la contaminación en China, donde la muralla podía verse desde cualquier punto sin ninguna bruma alrededor, o la disminución del SMOG en las grandes ciudades de España.
En este sentido, retomando de nuevo la dirección de este blog, me gustaría comenzar con un artículo reflexivo sobre el efecto del COVID-19 en nuestra percepción sobre las consecuencias de nuestros actos sobre el medio ambiente. ¿vamos a cambiar nuestros hábitos de consumo y movilidad sabiendo empíricamente que lo que hacemos afecta directamente a la evolución del cambio climático?
Para responder a esta pregunta cojamos un ejemplo cercano, las Dunas de Maspalomas. Durante los meses de confinamiento la prensa se hacía eco de la fantástica imagen de la regeneración de las mismas, con el aspecto de hace 50 años. Los técnicos del proyecto masdunas comentaban que esta parada en la vida humana había propiciado resultados positivos en la regeneración del hábitat a mayor velocidad de la esperada.
Ahora bien, en el momento en el que nuestra vida ha comenzado a rodar de nuevo y las playas han vuelto a recibir visitantes, todo vuelve a ser como era. Parece que la sociedad no ha aprendido nada.
En estos días se han retirado unos 1500 kilos de basura en las Dunas de Maspalomas. El Cabildo de Gran Canaria plantea un proyecto de refuerzo de vigilancia de este paraje para solventar los problemas de las personas incívicas, como arrojar sus residuos en la arena. Yo me pregunto, ¿dónde queda la educación ambiental en todo esto? Aparentemente, en el mismo sitio en el que estaba antes: carteles informativos y ... poco más.
La educación ambiental tiene un reto muy importante y complicado por delante en este sentido, pero los gobiernos han de impulsar su inclusión plena en los proyectos de la envergadura del ya mencionado, dándole a la educación ambiental la importancia que tiene y se merece.
Retirar los 1500 kilos de basura está muy bien, pero esto no va a impedir que se vuelva a repetir el incivismo de algunas personas. Las acciones correctivas deben ir de la mano de otras preventivas, vigilar es necesario, pero si no va acompañado de la educación ambiental será insuficiente.
Después de todo lo expuesto, díganme, cuál piensan que sería la respuesta a la pregunta, ¿vamos a cambiar nuestros hábitos?
@MariAmbient.
Desgraciadamente no, Tengo claro que el ser humano es la evolución de un mono egoista, que se viste para taparse del frío, con un afán de mirarse el ombligo incansable, donde la palabra empatía en sus cabeza desaparece cada vez que le falte el wifi. Hace tiempo que ya la educación ambiental la doy a la pequeña��tengo a mi lado ����. Saludos María!!
ResponderEliminarTengo la misma sensación que tú, por eso la educación ambiental es tan importante. Me alegra mucho que tu pequeña reciba esa sensibilización tan necesaria. Un saludo!
EliminarDesgraciadamente no, el ser humano nunca aprende, somos demasiado egoístas, pero estamos pagando las consecuencias de ese egoísmo.Un Saludo .
ResponderEliminarEfectivamente el ser humano a pecado de egoísmo en los últimos tiempos, pero con la educación ambiental podremos cambiar eso. Gracias por pasarte. Un saludo
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